miércoles, 28 de febrero de 2007

Itinerario Político

Itinerario Político

Ricardo Alemán
22 de febrero de 2007

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/63707.html



Marcelo: el ´quinazo´

Ebrard se aventó la puntada de expropiar el conjunto habitacional El 40, enclavado en Tepito
El 10 de enero de 1989, a pocas semanas de asumir el cargo como presidente de los mexicanos, Carlos Salinas sorprendió a todos con la arbitraria e ilegal detención del entonces poderoso líder petrolero, Joaquín Hernández Galicia La Quina . Se trató del primero de una serie de golpes espectaculares, mediático-políticos, con los que el cuestionado mandatario pretendió legitimidad política, vengar las traiciones y enviar un mensaje de fuerza, para que la clase política y los feudos de poder entendieran, a partir de entonces, quién mandaría en ese sexenio.
Desde entonces el quinazo fue sinónimo de "golpe de timón", de acción espectacular de fuerza, las más de las veces autoritaria e ilegal, con fines de rentabilidad política. Al inicio del gobierno de Calderón, luego del controvertido resultado electoral que lo llevó al poder, muchas voces dijeron que la naciente administración federal recurriría a los golpes espectaculares en busca de la legitimidad política y social no lograda en el proceso electoral, y hasta aventuraron que el despliegue policiacomilitar y la extradición de barones de la droga, en la lucha contra el crimen organizado eran la reeditada expresión del quinazo.
Pero no, resulta que la moderna versión del quinazo apareció en "la tienda de enfrente", en el gobierno capitalino de Marcelo Ebrard -político habilidoso, que desde la segunda posición de la regencia de Manuel Camacho durante el salinismo vivió de cerca esos "golpes de timón"-, quien se aventó la puntada de expropiar el conjunto habitacional El 40, enclavado en el corazón de Tepito, que se había convertido en el centro de operaciones del crimen organizado en el DF.
La decisión de Ebrard se convirtió en un acierto político, porque se produjo precisamente cuando mostraron sus limitaciones -si no es que un rotundo fracaso- los operativos desplegados por el gobierno de Felipe Calderón contra el crimen organizado. Una mezcla de oportunidad, fuerza policial y audacia política colocaron la decisión de Marcelo Ebrard -en el ánimo de la veleidosa opinión pública- por encima de la eficacia inicial mostrada por las acciones federales en la misma lucha contra el crimen organizado. En pocas palabras, el quinazo de Ebrard fue visto como una acción eficaz y directa contra ese flagelo, frente a los operativos ordenados por Calderón en entidades donde el narcotráfico ha sentado sus reales.
En los dos casos; tanto en los operativos desplegados por el gobierno federal en las entidades donde el crimen rebasó a la autoridad, como en la expropiación de El 40, el objetivo que buscan los estrategas de la lucha contra el narcotráfico es el mismo: la recuperación de los territorios ocupados por las bandas criminales. Según especialistas del tema, la operación del crimen organizado requiere para su operación, además de una organización leal y eficiente y de protección policiaca, de un territorio físico; sea un barrio, colonia, pueblo, o hasta una ciudad. Cuando se rompe esa "burbuja" de operación, se interrumpe la actividad criminal y se exponen sus integrantes. De esa forma se les puede capturar. En esa lógica lo primero es recuperar los territorios.
En los operativos ordenados por el gobierno federal, la presencia policial y militar pretendía recuperar calles, colonias y barrios de las ciudades en donde reinan la violencia y el crimen. Pero ese objetivo se alcanza -en los casos en donde las policías locales no son parte de las mismas bandas- sólo durante el tiempo en que permanecen los policías federales y los elementos del Ejército en las calles. Por eso el éxito momentáneo de los operativos y su posterior fracaso.
Pero el fenómeno pareciera distinto en la expropiación de territorios, como El 40. En este caso también lo que se pretende es rescatar un espacio físico, un conjunto habitacional, que por muchos años se convirtió en guarida y centro de operaciones de las distintas manifestaciones del crimen organizado en la capital del país. Supuestamente la recuperación de ese territorio sería permanente, pues según el gobierno de Ebrard, El 40 será rehabilitado con fines culturales, lo que supone que el territorio expropiado quedará en custodia ciudadana. Pero si ya sabemos que en Tepito y en otros barrios de la ciudad el control del comercio informal, de las actividades delictivas, y de las calles están en manos de los grupos del comercio informal -no pocos de ellos controlados por el PRD-, el asunto no queda más que en un golpe espectacular, de fuerza y con fines políticos.
Y si existe alguna duda de que la decisión de Marcelo Ebrard es lo más cercano al quinazo salinista, sólo basta con echarle una mirada al carácter autoritario, presuntamente ilegal y de fuerza, de las expropiaciones. Y en el supuesto de que sean legales, ¿quién se quedará con el control de ese territorio expropiado? No hay otros que los ambulantes, los mismos que hoy se oponen, los mismos que son parte del juego clientelar del PRD en el DF. Sí, un éxito mediático, pero nada más. Al tiempo.
aleman2@prodigy.net.mx

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